sábado, julio 28, 2012

Japón y el sexo comercial




El comercio del sexo ha sido y es una de las industrias más florecientes en cualquier cultura y en Japón no es una excepción, ya que se estima que este negocio genera unos 2,3 billones de yenes al año (unos 24600 millones de dólares), según Havocscope.

Corría el primer lustro de los años 50, prostituirse seguía siendo legal, hasta que un año después, 1956, se promulgó la Ley Anti-Prostitución o Baishun Bōshi Hō que la ilegalizó, en plena ocupación estadounidense. Y es que el amigo norteamericano estaba más preocupado de su propia visión de la moral que de tener en cuenta los usos y costumbres tradicionales que habían hecho de la prostitución algo relativamente natural en Japón en siglos anteriores.

Aunque el ejercicio de la prostitución fue legal en el pasado, no era oro todo lo que brillaba, ya que la actitud de los japoneses era de aceptar la existencia de este comercio, pero fuera del centro de la ciudad, y en barrios vallados para que las buenas gentes del Japón no tuvieran que ver lo que se cocía dentro. Esto se recopiló en lugares llamados "barrios de placer", de entre los cuales se destacan Yoshiwara, en Edo (antiguo nombre de Tokio), Shimabara en Kioto, y Shinmachi en Osaka. Si las autoridades competentes detectaban un prostíbulo no licenciado situado fuera de estos barrios de placer, lo clausuraban inmediatamente y mandaban a todas las empleadas a vivir a estos barrios, obligándolas a trabajar para alguno de los prostíbulos ya establecidos.





Pero tener barrios legales para la prostitución era algo que no encajaba con la estricta moral de los estadounidenses, que eran fácilmente escandalizables. Y de ahí surgió la ley, claro. Y como suele ocurrir siempre, al prohibir o ilegalizar ciertos comportamientos sexuales hasta ese momento legales, los avispados empresarios buscaron (y encontraron) maneras de aprovechar los recovecos de la ley para seguir haciendo grandes cantidades de dinero gracias al sexo, ya que la ley daba definiciones poco precisas o con una visión muy restrictiva del sexo.
¿Y qué dice la ley exactamente? ¿Cómo fue posible que se encontraran argucias para comerciar con el sexo sin incumplir la ley? Muchas de las confusiones respecto a la industria del sexo en Japón vienen derivadas de un mal conocimiento de la citada ley. Esta ley, en realidad, no declaró ilegal la práctica de la prostitución, sino que lo que declaró ilegal fue buscar servicios sexuales, obligar a alguien a prostituirse, obtener una compensación por la prostitución de terceras personas, inducir a la prostitución, abrir locales para el ejercicio de la prostitución u obtener fondos para la prostitución.


Curiosamente, la definición de prostitución que se daba en esta ley se refería única y exclusivamente al coito, con lo cual todas las prácticas sexuales que no implicaran el coito eran legales (y no prostitución, además). Miel sobre hojuelas, claro, para la imaginación desbordante de los comerciantes japoneses del sexo, que crearon los soapland, los salones de masajes, los salones rosas, los clubes de imágenes, los clubes de teléfonos, y muchos más. La Ley de Regulación de Negocios que Afectan a la Moral Pública, o Fūzoku Eigyō Torishimari Hō, de 1948 y reformada en 1985 y 1999 regula todos estos negocios legales de sexo.


Y pese a la actitud teóricamente abierta de los japoneses respecto al sexo, no suelen hablar de él a las claras, y en su lugar utilizan diversos eufemismos. Como ejemplo, podemos encontrarnos con “venta de primavera” o baishun, término utilizado en la ley de 1956, que equivale a “prostitución ilegal”. Otro término más antiguo y ampliamente utilizado en el mundo de las geishas es “comercio del agua”, o mizu shōbai que se utiliza para describir tanto la prostitución como otros tipos de actividades del mundo del “entretenimiento”, como música, baile, conversación, etc.


A la vista de todo esto, nos podemos preguntar por qué el sexo es un tema tan natural en Japón. La explicación, aunque las apariencias a veces engañan, está en que su religión autóctona, el sintoísmo, nunca ha visto el sexo como algo tabú, cosa que si ha ocurrido en los países de tradición judeocristiana. No es de extrañar, por tanto, que los occidentales que entraron en contacto con Japón se escandalizaran ante la permisiva actitud nipona hacia el sexo, y por eso tampoco nos extraña la regulación de todo lo relacionado con el sexo que mencionábamos durante la ocupación estadounidense.


Hoy en día el Código Penal japonés, establece que la edad mínima a la que se pueden tener relaciones sexuales consentidas es de 13 años, aunque las prefecturas pueden tener ordenanzas propias que prohíban tener sexo con cualquier menor por debajo de los 18 años. Pero todas estas leyes no han modificado la actitud a veces enfermiza de los japoneses hacia el sexo, y es que como decíamos, las apariencias engañan, y hay japoneses que son perfectos ciudadanos en casi todo pero que tienen una serie de parafílias difíciles de controlar, llegándose a extremos tales como tener que poner vagones de metro especiales sólo para mujeres para evitar tocamientos, entre otras muchas cosas.




Tomado de: Japonismo.com